miércoles, 19 de octubre de 2016

La Simpatía de Paquita


Un día le comenté, cansada de sus quejas repetitivas y su visión fatalista, su negatividad ante cualquier situación de la vida, cotidiana y social.

— Paquita, ¿sabes que se dice y hay quién cree, que la vida no es más que un sueño? ¿Qué todo es una ilusión de la mente? ¿Qué nada es real y que cada quien, proyecta su propia película en un escenario llamado vida, y, que cada uno es el director y protagonista de la que vive? Vamos, que estamos soñando todo el tiempo, y al resto de actores los colocamos a conveniencia. ¡Son nuestros colaboradores!

No se rió, Paquita por negativa tiene hasta la falta de humor, ni siquiera un pequeño toque. (J)

 — ¿Qué tonterías dices?, como si el dolor de cabeza que tengo no fuera real, ni tampoco lo fuera el dolor de riñones que me mantiene postrada en cama, y este calor sofocante que no aguanto.(..) Anda, ve a abrir las ventanas, que al menos entre un poco de freso.

Las abrí, y al cabo de diez minutos más o menos, la graciosa de Paquita soltó.

— ¡Por Dios!, que corriente hace, aquí no se puede estar, voy a coger una pulmonía.

Propuse, (habiéndome reído un poco sin que lo notase)

— ¿Quieres que cierre alguna, o todas? 

Creo que antes de contestar pensó, haz lo que quieras, total, me voy a quejar igual.
……

Así es Paquita, no la he escuchado decir nada bonito desde que la conozco a excepción de algún pormenor con recato. La comida está mala y se la come sin ganas, el agua que bebe o bien está fría o caliente, si no hace calor es porque hace frío, no se renueva el vestuario porque dice que no le sienta bien la ropa, a pesar de no habérsela probado. En fin, que Paquita es tan apática que ve oscuridad cuando la casa en la que sueña tiene las luces encendidas. La he empezado a llamar simpática, a ver si le configuro poco a poco el carácter y suelta alguna que otra carcajada.

Paquita está soltera, ¿cómo no? solo con la mirada negada ya espantó a dos pretendientes que se le acercaron, hace tiempo, mucho antes de que cumpliera sus actuales sesenta años.

La adopté para visitarla hace dieciocho meses, de repente me entero de que tengo una prima tan peculiar, para ser sincera diré que cuando lo decidí fue pensando en propio beneficio. Le adjudiqué el papel de maestra. 

Confieso que con cada visita salgo con al menos media lección aprendida, y más contenta del trato en la que las dos salimos victoriosas. Yo descubro más motivos para sentir alegría por la vida, y ella queda razonando si tuve aciertos. ¡Ya es algo!

Aún tiene tiempo, estoy segura, de que sueñe diferente la vida, más alegre, optimista, activa y amorosa, en definitiva, más feliz. Que no hay nada que temer, todo está bien. Hay que tener a la vida de compañera en lugar de atacarla y luego lamentarse por su contraataque. Cambiar el rumbo sin miedo, poner pimienta a la comida y reírse con lágrimas. 

En otro encuentro le pregunté.

— Paquita, ¿Por qué tu sueño lo convertiste en pesadilla? 

No contestó, arrugó el ceño y me miró como si fuera una aparición.  

Continué;  

— Estamos de visita por el planeta, si es verdad que estamos soñando y todo es una ilusión, y que además, estamos viviendo en una sofisticada holografía con un diseño específico, y, teniendo en cuenta que cuesta lo mismo soñar con un bombón que con una bombonera llena, ¿por qué soñar a lo pequeño y al drama? ¿Por lo bajo y no lo alto? ¿Por qué no soñar a lo grande y al bienestar? La imaginación es todo un reto de posibilidades. Tú decides cómo y de qué manera quieres vivir experimentando tu obra. Si te vino al sueño una casa que no te gusta, prueba a soñar con una de tu agrado, ¿quién sabe? Es posible que algún día te veas deambulando por ella junto a un montón de actores generosos.  



Paquita sonrió, encontré muy enigmática y positiva su reacción.      







Mila Gomez.   


  

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