miércoles, 27 de septiembre de 2017

Raíces


En un ignoto mundo Es y Existe un Gran Diseñador, Arquitecto único inigualable e inimitable. Vive en lo absoluto de la nada cuya paradoja es que la misma nada está llena de todo. Él, es el todo y la nada.

Se le ocurrió, diseñar una presencia luminosa que llevase dentro de sí iguales dones y esencia, cuyos regalos los podría hacer servir para diseñar por sí misma obras a su gusto o recreo en tanto y cuanto conservara en sus creaciones la Fuente de la que emanaba su talento. 



La presencia sería por siempre la única alumbrada del Gran Maestro, si bien, jamás podría alcanzar la creatividad del Diseñador por ser una parte del verdadero conocimiento. Nada podría afearla, destruirla o limitarla excepto si ella lo consentía, puesto que era pura voluntad.

La voluntad se vio capaz de hacer cualquier cosa y utilizó el don de pura  para duplicarse en apariencias iguales. Se multiplicó y multiplicó hasta que cada presencia tuvo voluntad propia y sintieron, que podían ser y hacer cosas distintas para lo cual estaban destinadas. ¡Un juego!

El Diseñador las permitió existir como desearan a condición de que nunca olvidaran quienes eran en realidad ni quién fue el que las dibujó con amor eterno, para ello colocó en cada una el recuerdo

Les ofreció un ínfimo instante tan largo como necesitasen para recordarse y retornar al hogar al que pertenecían de tal manera que volvieran a unirse a la única obra que Él creó como parte de Su Gracia. 

En un nanosegundo todas las réplicas coincidieron en fabricar billones de estratagemas a fin de disfrutar de manera diferente a su original apariencia. ¿Qué tal sería si...? ¿Y si además de eso...? Contentas del ingenio cada voluntad se diseñó un miniciclo surgiendo de ello infinitas posibilidades de experimentarse con otro atractivo.


Tan grande y excitante fue la locura, que pronto olvidaron su verdadero Origen  al igual que al Diseñador que las unía a Él en Su única obra maestra.

Llegaron a "un punto ciego" obstáculizando  verse con esplendor. Las voluntades conservando sus regalos a duras penas sostenidos, no pudieron por menos de fabricarse una materia que pesara y aislara de tal manera que la pura esencia se percibía tan pequeña como inexistente.

La voluntad empequeñeció tanto que si quería ver su reflejo solo podía conseguirlo a través de un cristal que pasó a sustituir a las demás voluntades. Reconociéndose por un envoltorio de colores formas emociones dolores sabores y sin sabores.

Habían llegado las distorsiones y con ello la carencia de voluntad para crear mejores y maravillosas versiones de sí mismas. Ya no sabían si vivían en un mundo real o de fantasía. Todo se volvió del revés y nada parecía ser como habían imaginado en el principio. 

Dentro de ellas aún conservaban el recuerdo de su Identidad Nohumana, sin embargo el instante donado se alargó tanto que solo reconocían una división humana.

Pasados muchos miniciclos, voluntades decían no tener voluntad para nada o casi nada. Otras empezaron a cuestionar la existencia. ¿Esto es la vida? ¿No hay nada más que rutina por la supervivencia? ¿Por competir? ¿Por comparar? ¿Por la carencia de algo? ¿Esto es lo único que hay? ¿Éste es el mundo con sufrimiento que quiero ver? Para éstas, la voluntad para el recuerdo comenzó por abrirles un túnel de  claridad.



Mila Gomez.




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